miércoles, 1 de junio de 2011

Freya Ëresse

Fuiste el capricho de una noche,
entre luces cerveza y canciones,
resplandeciente rosa negra,
envidia de todas las estrellas.

Al acariciar tus petalos de seda,
y penetrar en tu otoñal mirada,
me perdí por todos tus rincones,
como gato bajo el manto de la noche.

Entre lugrubes notas negras,
y criaturas que no pueden ver
de un mordisco arranque tu seda,
y tu me pinchaste el corazón.

Desde entonces todas las mañanas,
maullo debajo de tu ventana,
Desde entonces todas las noches,
se abre esta jodida llaga.

Otra vez estoy mirando a la luna,
con el escozor de la herida,
ya que una rosa sin espinas,
no es una verdadera flor.

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